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Una quinceañera le dice a su madre que desde hace 2 meses no le llega la regla. Preocupadísima, la mamá compra en la farmacia un Pregnosticón y el resultado da positivo. Gritos, imprecaciones, lamentos, lagrimas... ¿Qué?, quién fue el desgraciado, quiero saberlo, que ahora se lo dices a tu padre, etc., etc. La chica, una vez a solas, toma el teléfono y hace una llamada. Media hora después se detiene ante la casa un Mercedes ultimo modelo, de la que se baja un tipo maduro y distinguido, de pelo entrecano, vestido impecablemente con un elegante traje de alpaca inglesa, carísimo.
Entra a la casa toma asiento en la sala ante el padre, la madre y la hija y dice: Buenos días. Vuestra hija me ha informado del problema. Sin embargo, yo no puedo casarme con ella porque tengo otra situación familiar, aunque me haré cargo. Si nace una niña, le puedo legar 3 tiendas, 2 apartamentos, una villa Las Tacas y una cuenta de 250 millones de pesos. Si nace un niño, el legado será un par de fábricas, además de los 250 millones y la villa en la playa, por supuesto. Y si nacen gemelos, una fábrica y 200 millones para
cada uno, y la villa para que compartan. En cambio, si pierde el embarazo...
En este punto el padre, que había permanecido callado todo el tiempo, se levanta, le apoya una mano en el hombro y le dice: ¡Te la afilai de nuevo y punto!